A ratos estoy cosiendo unas nuevas colchonetas para mi barco. Es un trabajo que me gusta pero requiere dedicación. Además la máquina de coser es amiga del Sr Murphy y nada más ver que estoy enfilando su aguja, empezar tramar y a poner en práctica verdaderas calamidades con el hilo. Vamos que es una reina de los nudos y no marineros precisamente.
La tela que voy a poner es de madrás y desde hace ya tiempo ocupa un espacio y un tiempo en mi discurrir por la vida. La compré para otro velero y por diferentes tumbos que ha ido dando el destino hasta ahora no he podido cortarla, coserla y adaptarla. Hay cosas que aunque se quieran hacer, son misiones imposibles y esta es una de ellas.
La espuma del asiento es nueva pero la de los respaldos es reciclada ya que está en buen estado. Voy a cortarla a la medida para darle una nueva vida útil.
El salón, una palabra que parece sacada de las películas del oeste y que realidad se refiere a la parte del barco que en tierra llamaríamos el comedor pero en dimensiones reducidas, o mejor dicho, reducidísimas, quedará muy cómodo y con buen aspecto cuando logre llevar a buen puerto este cometido.
Aprovechando este tirón, voy a hacer también unas lonas anti-escora que sirven para evitar caerse de la colchoneta cuando se duerme en navegación. La lona va atada a varios puntos y forma una especie de bolsa que impide caerse con un bandazo. Es la única manera de dormir cómodo.
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