Instrumentos de navegación: el compás

El instrumento más importante a bordo de un barco es el compás (llamado brújula cuando se usa en el medio terrestre) y su función es poder conocer la dirección o rumbo (en grados) a donde nos dirigimos.




El compás se orienta siempre respecto al Norte magnético. Esta propiedad es debida a que la Tierra actúa como un enorme imán porque su núcleo está compuesto de minerales férricos. La diferencia respecto al Norte geográfico o verdadero es la declinación magnética y se mide en grados. 
El compás de a bordo puede verse influenciado también por otros metales que la embarcación posea en su estructura, acastillaje, motor, etc y es necesario realizar una "Tablilla de desvíos" dónde se muestra el desvío que tiene la aguja del compás para cada rumbo. El desvío sumado a la declinación magnética de la tierra, que depende del lugar en que nos encontremos y el año, ya que va variando con el tiempo, nos permite conocer la corrección total (Ct) que aplicaremos a nuestro rumbo de aguja (Ra) para obtener el rumbo verdadero (Rv) que es al que realmente estamos navegando. Si el desvío de un compás sobrepasa los cuatro grados, se aplican pequeños imanes para compensarlo.

El imán gira en libertad porque la aguja está situada sobre una punta llamada estilo o pivote. La aguja imantada señala la dirección sobre una rosa dónde figuran los grados de la esfera de 0 a 360 grados. Suele ir dividida en cuadrantes o en cuartas aunque estas últimas en la actualidad no se utilizan. El conjunto va alojado en un mortero relleno de alcohol o aceite adecuada para que la aguja se mueva libremente, amortiguando los movimientos bruscos del barco.



El compás se instala en el barco en el centro y la línea Norte - Sur de la rosa debe coincidir con el eje proa-popa del barco o ser paralelo a este, si va instalada en un lado, sobre un mamparo, por ejemplo.

Existen diferentes tipos de compases: de bitácora o principal, de mamparo, de marcaciones o demoras, etc.
A pesar de que en la actualidad se navega con plotters, compás electrónico o fluxgate, ordenadores, etc, el compás "analógico" siempre ocupa un lugar preferente en la gran mayoría de embarcaciones.

Foto: Emma Mora


Picadura de medusa: prevención y primeros auxilios

 

Proliferación de medusas: causas 


He leído que el Mar Menor, en estos momentos, está plagado de medusas creando muchas molestias a los ciudadanos y veraneantes que disfrutan sus vacaciones en las orillas de este mar interior. 
Algo similar sucede en las aguas del Mediterráneo. El fenómeno de la proliferación de medusas se manifiesta en playas y costas así como en alta mar, dónde se pueden observar miles de individuos. 

Hace un par de veranos, en la travesía Mallorca - Barcelona, enganchamos una bolsa enorme de plástico en la hélice de nuestro barco siendo imposible meterse en el agua para liberarla, debido a la enorme cantidad de medusas urticantes presentes. Finalmente, con la ayuda de un "bichero", un palo largo con un gancho en un extremo, pudimos liberarla y recoger el plástico para depositarlo en el contenedor de residuos, al llegar a la península.

La proliferación de medusas es consecuencia de la eutrofización de las aguas o lo que es lo mismo, una abundancia anormalmente alta de nutrientes. También influyen en este desequilibrio los cambios en los hábitats, la sobrepesca, la introducción reiterada en el ecosistema marino de especies invasoras y también es una consecuencia derivada del cambio climático global.

¿Qué hacer en el caso de picadura de medusa? PRIMEROS AUXILIOS

  1. Limpiar la zona afectada con agua de mar. Nunca utilizar agua dulce.
  2. Retirar los restos de tentáculos que puedan estar adheridos a la piel. El ideal es con unas pinzas pero si no disponemos de ellas podemos hacerlo con mucho cuidado con la ayuda de una toalla, un pañuelo, camiseta, etc, SIN FROTAR en ningún momento la piel ya que entonces podemos agravar el problema. Si podemos ponernos guantes, es la mejor opción. 
  3. Para neutralizar el veneno: aplicación continua de alcohol o vinagre durante 30 minutos.
    Otra opción válida es aplicar hielo que habremos introducido previamente en una bolsa de plástico, para evitar que con el contacto y por ósmosis se libere más veneno.
    El hielo tiene produce dos efectos: el frío calma la quemazón y si lo aplicamos en escasos minutos después de tras la picadura, evitaremos en cierta medida lesiones en la piel porque degrada la toxina. El tiempo no debe superar los 5 o 10 minutos pues una vez que la toxina causa daños en nuestros tejidos, lógicamente, ya es tarde. 
    Nota: hay medusas como Pelagia Noctiluca que causa heridas y con la aplicación rápida de hielo se pueden evitar casi siempre.

  4. Limpiar la piel con abundante agua salada.
  5. Aplicar una crema o espuma de hidrocortisona al 1%(venta en farmacias)
  6. Acudir a un centro sanitario en el caso de que las molestias empeoren o si la persona que ha recibido la picadura es un lactante, anciano o persona afectada por enfermedad crónica.

Siempre hay que seguir las indicaciones de los servicios de vigilancia y socorrismo instalados en las playas. 

 

 

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Foto: 20 minutos